Desojo

SIERRA DE CODÉS

Iglesia de Santa María

La Iglesia de Santa María es un notable edificio gótico-renacentista del siglo XVI, cuya construcción comenzó en 1548 bajo la dirección de los canteros vascos Juan y Martín Landerrain, establecidos en Los Arcos. También trabajaron en el claustro gótico y la torre de Los Arcos, así como en la torre de Santiago en Logroño. La obra finalizó en 1578 y sufrió una remodelación profunda en 1737, en estilo barroco, por el cantero Juan Bautista de Arbaiza, especialmente en la nave y los exteriores.

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El edificio, construido en piedra de sillería, destaca por su planta de cruz latina, su portada y su torre. La planta de cruz latina tiene un crucero muy marcado y una cabecera trapezoidal. En el tramo anterior al crucero se abren hornacinas accesibles por arcos de medio punto. El alzado se organiza mediante dobles pilastras que marcan los tramos de la nave, sobre los cuales discurre una cornisa moldurada, con ventanas de medio punto que iluminan la nave y el crucero. La nave está cubierta por una bóveda de medio cañón con lunetos sobre fajones apuntados, mientras que el crucero y la capilla mayor tienen bóvedas estrelladas de diseño complejo con claves decoradas.

La portada está compuesta por dos cuerpos. En el inferior, flanqueada por dos columnas, se encuentra la puerta. En el cuerpo superior, una hornacina flanqueada por pilastras alberga una escultura de piedra. La esbelta torre barroca, contemporánea de la fachada, se adosa a la iglesia por el lado de la epístola. De planta cuadrada, consta de un largo y macizo fuste ceñido por pilastras en los ángulos, sobre el cual se asienta el cuerpo de campanas octogonal, con medios puntos y óculos superiores, rematado por una cúpula y linterna. La decoración incluye una balaustrada de piedras con jarrones y pirámides alternando con volutas en el remate.

El campanario, octogonal, está rematado por una pequeña cúpula y linterna, con un cuerpo que presenta columnas de orden gigante con capiteles de estilo compuesto. Clasificada dentro de las torres campanario típicas de los siglos XVI y XVII, contribuye a definir la estampa arquitectónica característica de la época barroca.

El coro está situado en la parte posterior, sobre un arco rebajado que apoya en pilares cajeados del siglo XVIII. Bajo el coro, en la capilla bautismal, se encuentra una gran pila de piedra del siglo XVI con una tapa esférica decorada con gallones y una parte superior poligonal de nueve lados.

El exterior de la iglesia está conformado por pequeños sillares rectangulares y muros jalonados por contrafuertes diagonales en el crucero. En el lado de la epístola, hay una ventana de medio punto y otras dos ventanas del mismo diseño en cada tramo. En este lado también se puede observar un reloj de sol de 1800.

En el lado del evangelio, a media altura, hay tallas de los Padres de la Iglesia, finales del siglo XVI, que probablemente formaban parte del retablo mayor. Estas figuras, de canon alargado y gran fuerza expresiva, conservan su policromía primitiva.

En el retablo de la Virgen del Rosario, se venera una imagen gótica de mediados del siglo XIV en un altar rococó de la segunda mitad del siglo XVIII. La Virgen, de aspecto algo rudo, se cubre con un manto de plegado anguloso y lleva a su Hijo en la rodilla izquierda portando un libro y una flor.

La Inmaculada, de principios del siglo XVII, fue realizada en 1602 por Juan de Araoz. El retablo manierista consta de un banco interrumpido por ménsulas con atlantes, un cuerpo de tres calles con columnas de fuste estriado y un ático recto rematado por un frontón triangular. En el banco se representan en relieve a Santa Elena, Santa Apolonia y Santa Bárbara. En el cuerpo, junto a la Inmaculada, están San Sebastián y San Roque. En el ático, un imponente Padre Eterno, réplica del Moisés de Miguel Ángel, está flanqueado por niños.

El retablo mayor, de estilo romanista, fue realizado hacia 1570 por Pedro Arbulo, discípulo riojano de Miguel Ángel Buonarroti, cuyos relieves se aprovecharon en el actual retablo neoclásico realizado en 1797 por Juan Martínez de la Fuente. Este retablo presenta un cuerpo con tres calles con columnas lisas y capiteles de estilo compuesto. También participó Juan Martínez de Gastaminza, escultor de Olazagutia, quien en 1588 cedió a Bernabé Imberto la terminación del retablo, incluyendo las imágenes de la Natividad y la Asunción. Entre los elementos destacados del retablo se encuentran el Descendimiento, la Oración del Huerto, la Anunciación, la Huida a Egipto y la Virgen con el Niño de Imberto.

En los laterales del retablo mayor hay dos grandes lienzos que representan el Nacimiento y la Epifanía. Las pinturas de San Pedro y San Pablo separan otros dos lienzos, la Visitación y los Desposorios de la Virgen, obra de Matías Garrido, similar a una de la sacristía de la catedral de Mondoñedo.

En el lado de la epístola se encuentra el Sagrado Corazón, obra de Juan de Araoz del siglo XVII, con Santa Catalina, Santa Lucía y Santa Águeda en el banco, y la talla de El Salvador en el ático. En el centro de la iglesia, en una hornacina, está el retablo del Santo Cristo, de estilo rococó, realizado entre 1765 y 1770 por Dionisio de Villodas y Lucas de Mena, con policromía de Francisco de Azedo.

La sacristía barroca, adosada a la cabecera por la parte de la epístola, es una estancia rectangular dividida en dos tramos, uno trapezoidal cubierto por una bóveda de medio cañón y otro cuadrado con una cúpula rebajada sobre pechinas. Presidida por un Cristo crucificado de la primera mitad del siglo XVII, la sacristía también alberga una imagen barroca de la Dolorosa con ojos de cristal y policromía retocada, y una cajonería decorada con temas vegetales y cabezas de querubines, restaurada en 2016 por los hermanos Larumbe de Espronceda.

Ermita de Villanueva

En las merindades de Desojo se encuentra el despoblado de Villanueva, que tuvo una población entre 1427 y 1512. Hoy solo persiste la ermita medieval dedicada a la Virgen de Villanueva, con una hermosa talla del siglo XVII que representa a la Virgen. Esta ermita es la única superviviente de las siete que existieron en Desojo y en su momento fue la parroquia de la villa de Villanueva. Según la tradición, la villa de Villanueva, junto con sus propiedades y terrenos, se incorporaron a Desojo después de brindar refugio a la única anciana superviviente de una epidemia devastadora en la baja Edad Media.

La Picota

Emplazada en la entrada del pueblo, la picota es el lugar donde se exponía a los bandidos y malhechores a la vergüenza pública y cumplían condena corporal por sus crímenes.

 

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