DECARGA EL FOLLETO DE LA NEVERA

 

El uso de nieve para la conservación de alimentos, enfriado de bebidas o con fines medicinales está documentado desde la Antigüedad (Mesopotamia, griegos, romanos, árabes…). En Navarra su uso se generalizó a partir del siglo XV-XVI con la construcción de neveras. Se sabe de la existencia de al menos 170 puntos de almacenamiento, una veintena de ellas se han mantenido en muy buen estado o han sido reconstruidas en parte: castillo de Olite, Palacio Real de Pamplona, Aras… y en nuestra Merindad destacan Aoiz, Sangüesa, Yesa y Burgui. De esta última se conocen abundantes datos sobre su construcción, mantenimiento, arrendamiento, precio de la nieve, etc.
UN POCO DE HISTORIA
La nevera de Ezkaroz fue construida por la Junta del Valle, respondiendo a la solicitud del médico Jovito Gayarre y Machín (casa Beroki) que, en 1914, argumentó su necesidad en que “la aplicación de algún
congelado en forma de nieve o hielo era un terapéutico insustituible en las enfermedades febriles, en las congestiones cerebrales y grandes traumatismos, así como en tantos otros acompañados de dolor, hemorragias…”. Recordaba a los junteros que “en la temporada de verano y otoño desaparecen la mayor parte de los años las ventiscas así como la contenida en las cisternas, costando un triunfo el encontrarla en poca cantidad y malas condiciones”.
Sin duda, esas cisternas eran simas y pozos naturales de uso público en los que la nieve se almacenaba y conservaba sin ser cubierta o protegida de la lluvia y de los cambios de temperatura, etc. Estos lugares eran llamados LEZEA (sima en euskera) y así aparece en el Fuero de Navarra. Esta nevera se construyó en el paraje de Lezerana (Lezarana, pronunciación popular) y tal vez indique que en la zona ya existían depósitos naturales de nieve o cisternas.
DESCRIPCIÓN
La nevera, construida en piedra de mampostería revocada, es cilíndrica con el techo rematado en bóveda de media naranja. Sus más de siete metros de altura se reparten por igual entre la parte subterránea y la aérea. Esta última no se rellenaba y actuaba como cámara de aire para regular la temperatura. El diámetro es de 3 metros. El hueco de acceso se cerraba con una puerta de hierro. Dos muretes contienen los taludes de tierra, formando un pasillo hasta la puerta que en origen también sostenían una cubierta de ladrillo macizo en forma de bóveda de cañón que se prolongaba un metro aproximadamente. Se llega al fondo del pozo por medio de una escalera metálica adosada verticalmente a la pared. En el suelo hay una alcantarilla para desaguar la nieve derretida. Su orientación norte, y el tener la bóveda y toda su estructura cubierta de tierra, la protegen del calor directo del sol. La construyó, en 1916, Pedro Juan Hualde Loperena (casa Petxán) en la cantidad de 1.666 pesetas.
FUNCIONAMIENTO
La Junta del Valle delegó al Ayuntamiento su mantenimiento. Las nevadas eran frecuentes e intensas y el aprovisionamiento fácil. La recogida de nieve se hacía en vecinal o auzalan. Se transportaba en comportas de madera y se depositaba en la nevera, alternando capas de nieve con otras de paja. La primera capa de nieve se aislaba del suelo con un enramado para que la nieve derretida filtrara hasta el desagüe. Se compactaba con la ayuda de pisones, una herramienta de madera en forma de cono truncado. La nieve así apelmazada formaba un bloque de hielo que era preciso cortar con hacha. Quien solicitaba nieve pagaba algún dinero por el servicio, que se realizaba bajo la supervisión del alguacil. La nevera estuvo activa hasta la década de 1940. Una curiosa aplicación de la nieve como crema de protección solar se la contó Cristina Asporosa, de Isaba, al investigador Antxon Agirre: “Se preparaba una mezcla con el agua de las primeras nieves que pasaba todo el invierno con otra mucha nieve por encima, filtrando los rayos del sol. Esa agua se mezclaba con aceite de almendra”.