LOS CAROLINGIOS ENTRAN EN LA PENÍNSULA

Para ello alista, adiestra y arma un numeroso ejército que en la primavera de 778 se pone en marcha en dos impresionantes columnas: una penetra en España por la vía Augusta que atraviesa el paso pirenaico por la Junquera; la otra, dirigida personalmente por el rey Carlos, llega por el paso de Roncesvalles.

En su camino se cruza con los vascones que ocupan el actual territorio de Navarra, la franja oriental de Aragón y la meridional de la Rioja Baja. Un conjunto de tribus y pequeñas ciudades sin una clara unidad étnica, en un territorio profundamente romanizado en el que el incipiente romance convive con la lengua vasca, y que comienza a estructurarse política y socialmente en un sistema protofeudal a través de caudillos locales.

A su paso por Pamplona, el rey de los francos somete la ciudad obligándola a pagar un tributo y estableciendo en ella una guarnición que le cubra las espaldas en caso de retirada. Retoma la ruta hacia Zaragoza siguiendo el plan acordado con Sulayman.

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