PUEBLOS Y MONUMENTOS DE LA ZONA MEDIA Y RIBERA NAVARRA
Navarra, en contra de lo que se piensa, puede ser cálida, pudiendo llegar al sofoco. Si todavía lo duda, el desierto de las Bardenas le hará cambiar de opinión. Sí, un desierto en medio de Navarra, árido y seco, de escultóricas formas modeladas por el viento y con un calor tórrido en los meses de verano. En las tierras medias y en la ribera las temperaturas son suaves en invierno y los veranos muy calurosos. Muchos son los monumentos históricos, donde el castillo de Olite es su pieza más destacada. Fue mandado construir por Carlos III el Noble, un rey navarro nacido en Francia en 1387, quien lo hizo a su gusto, pleno de patios, jardines, miradores y almenas. Desde sus altas torres, a lo lejos encaramado en la sierra, divisamos Ujué un pueblo que creció al abrigo del Santuario Fortaleza de Santa María y que fue la atalaya más temida por la morisma en los tiempos de la reconquista. Más apacible resulta la visita al Monasterio de la Oliva, junto al río Aragón y sus fértiles campos. Es un templo cisterciense, lo que significa que hay mucho equilibrio y armonía y poca ornamentación, una arquitectura pensada para la meditación. Yéndonos más hacia el sur, y cruzando el mencionado desierto de las Bardenas, llegaremos a Tudela, cuyo casco histórico se apelotona en torno a su magnífica catedral. En ella se combinan estilos arquitectónicos que van desde el románico del claustro, al gótico de las naves y el barroco de sus capillas. Queda una última visita, algo más apartada, al Monasterio de Fitero, primer templo cisterciense construido en la Península Ibérica y que surgió en el año 1140 solitario en la frontera de los tres reinos belicosos de Navarra, Aragón y Castilla.
